Ana Karenina II: Capítulo III
Ana KareninaSegunda parte: Capítulo III
de León Tolstoi
Al entrar en el saloncito de Kitty, una habitación reducida, exquisita, con muñecas vieux saxe, tan juvenil, rosada y alegre como la propia Kitty sólo dos meses antes. Dolly recordó con cuánto cariño y alegría habían arreglado las dos el año anterior aquel saloncito.
Vio a Kitty sentada en la silla baja más próxima a la puerta, con la mirada inmóvil fija en un punto del tapiz, y el corazón se le oprimió.
Kitty miró a su hermana sin que se alterase la fría y casi severa expresión de su rostro.
–Ahora me voy a casa y no saldré de ella en muchos días; tampoco tú podrás venir a verme –dijo Daria Alejandrovna, sentándose a su lado–. Así que quisiera hablarte.
–¿De qué? –preguntó Kitty inmediatamente, algo alarmada y levantando la cabeza.
–¿De qué quieres que sea, sino del disgusto que pasas?
–No paso ningún disgusto.
–Basta Kitty. ¿Crees acaso que no lo sé? Lo sé todo. Y créeme...
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