Ana Karenina II: Capítulo IX

Ana KareninaSegunda parte: Capítulo IX de León Tolstoi Ana entró con la cabeza inclinada y jugueteando con las borlas de su baslik . Su rostro resplandecía, pero no de felicidad; la luz que le iluminaba recordaba más bien el siniestro resplandor de un incendio en una noche oscura. Al ver a su marido, levantó la cabeza y sonrió, como despertando de un sueño. –¿No estás acostado aún? ¡Qué milagro! Se quitó la capucha y, sin volver la cabeza, se encaminó al tocador. –Es hora de acostarse, Alexey Alejandrovich; es tarde ya –dijo desde la puerta. –Tengo que hablarte, Ana. –¿Hablarme? –dijo ella extrañada. Y saliendo del tocador, le miró. –¿De qué se trata? –preguntó, sentándose–. Hablemos, si es preciso. Pero deberíamos irnos ya a dormir. Ana decía lo primero que le venía a los labios y ella misma se extrañaba, al escucharse, de oírse mentir con tanta familiaridad, de comprobar lo sencillas y naturales que parecían sus palabras y de la...

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