Ana Karenina II: Capítulo XXI
Ana KareninaSegunda parte: Capítulo XXI
de León Tolstoi
La cuadra provisional donde habían llevado su yegua el día anterior era una construcción de madera al lado mismo del hipódromo.
Vronsky no la había visto aún. Durante los últimos días no la sacaba a pasear él mismo, sino su entrenador, así que ignoraba en qué estado podía hallarse la cabalgadura.
Apenas descendió del cabriolé, el palafrenero, que había reconocido el coche desde lejos, llamó al entrenador.
Éste apareció. Era un inglés seco, que calzaba botas altas y vestía chaqueta corta, con un mechón de pelo en la barbilla. Andaba con el paso algo torpe de los jockeys, muy separados los codos, y le salió al encuentro balanceándose.
–¿Cómo va «Fru–Fru» ? –preguntó Vronsky en inglés.
All rigth, sir –contestó el inglés con voz gutural y profunda–. Será mejor que no pase a verla –añadió, quitándose el sombrero–. Le he puesto el bocado y está agitada. Es preferible no...
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