Ana Karenina II: Capítulo XXXV

Ana KareninaSegunda parte: Capítulo XXXV de León Tolstoi El buen estado de ánimo del Príncipe se contagió a su familia, a sus amigos y hasta al alemán dueño de la casa en que habitaban los Scherbazky. Al regresar del manantial, habiendo invitado al coronel, a María Evgenievna y a Vareñka a tomar café, el Príncipe ordenó que sacasen la mesa al jardín, bajo un castaño, y que le sirviesen allí el desayuno. Al influjo de la alegría de su amo, los criados, que conocían la munificencia del Príncipe, también se animaron. Durante media hora un médico de Hamburgo, enfermo, que vivía en el ático, contempló con envidia aquel alegre grupo de rusos, todos sanos, reunidos bajo el añoso árbol. A la sombra movediza de las ramas, ante la mesa cubierta con el mantel blanco, con cafeteras, pan, mantequilla, queso y caza fambre, estaba sentada la Princesa, tocada con su cofia de cintas lila, llenando las tazas y distribuyendo los bocadillos. Al otro extremo de la mesa se...

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