Ana Karenina IV: Capítulo V

Ana KareninaCuarta parte: Capítulo V de León Tolstoi La sala de espera del célebre abogado de San Petersburgo estaba llena cuando Karenin entró en ella. Había tres señoras: una anciana, una joven y la esposa de un tendero; esperaban también un banquero alemán con una gruesa sortija en el dedo, un comerciante de luengas barbas y un funcionario público con levita de uniforme y una cruz al cuello. Se veía que todos esperaban hacía rato. Dos pasantes sentados ante las mesas escribían haciendo crujir las plumas. Karenin no pudo dejar de observar que los objetos de escritorio –su máxima debilidad– eran excelentes. Uno de los pasantes, sin mirarle, arrugó el entrecejo y preguntó con brusquedad: –¿Qué desea? –Consultar con el abogado. –Está ocupado –contestó el pasante severamente mostrando con la pluma a los que aguardaban. Y siguió escribiendo. –¿No tendrá un momento para recibirme? –preguntó Karenin. –Nunca tiene tiempo libre. Siempre está...

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