Ana Karenina IV: Capítulo XIV

Ana KareninaCuarta parte: Capítulo XIV de León Tolstoi Cuando Kitty hubo salido, Levin, solo, sintió en ausencia de la joven tal inquietud y tan vivo deseo de que llegara cuanto antes la mañana siguiente, en que volvería a verla y a unirse con ella para siempre, que las catorce horas que le separaban de aquel momento lo llenaron de temor. Necesitaba estar con alguien, hablar, no sentirse solo, engañar el tiempo. El más agradable interlocutor para él habría sido Oblonsky, pero él afirmaba tener que asistir a una reunión, aunque en realidad iba al baile. Levin tuvo tiempo, sin embargo, de decirle que era feliz, que lo apreciaba mucho y que jamás olvidaría lo que había hecho por él. La mirada y la sonrisa de su amigo le demostraron que había comprendido perfectamente el estado de su alma. –¿Qué? ¿Ya no está próximo el momento de morirse? –preguntó Esteban Arkadievich con amable ironía, estrechando la mano de Levin. –¡Nooo! –repuso éste. Al despedirse...

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