Ana Karenina IV: Capítulo XXII

Ana KareninaCuarta parte: Capítulo XXII de León Tolstoi Con una ligera expresión de solemnidad en el rostro, tal como se sentaba en su puesto de presidente en las sesiones del juzgado, Oblonsky entró en el despacho de Alexey Alejandrovich. Este, con las manos a la espalda, paseaba por la habitación pensando en lo mismo de lo que su cuñado había hablado con su mujer. –¿No te estorbo? –preguntó Esteban Arkadievich, que al ver a Karenin experimentó un sentimiento de turbación insólito en él. Para disimularlo, sacó la petaca de cierre especial que acababa de comprar y, tras oler la piel nueva, extrajo un cigarrillo. –No. ¿Puedo servirte en algo? –dijo Karenin con desgana. –Sí. Quisiera... necesito... hablarte –repuso Esteban Arkadievich, sorprendido al notar que sentía una timidez que nunca había sentido. Aquel sentimiento era tan inesperado y extraño, que Oblonsky no pudo creer que fuera la voz de la conciencia diciéndole que iba a cometer una mala...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información