Ana Karenina VI: Capítulo XXXII

Ana KareninaSexta parte: Capítulo XXXII de León Tolstoi Antes del viaje de Vronsky para asistir a las elecciones, Ana había reflexionado en que las escenas que se repetían con ocasión de cada viaje que él hacía, en vez de estrechar los lazos que les unían, podían debilitarlos aún más, y decidió hacer todo el esfuerzo posible sobre sí misma para soportar tranquila la separación. Pero el tono frío y severo que empleó Vronsky aquella vez para anunciarle su viaje y la mirada que le dirigió, la ofendieron, y ya antes de su partida Ana había perdido la tranquilidad. Luego, al quedarse sola, recordando y analizando aquel tono y aquella mirada, que expresaban el deseo de Vronsky de hacer use de su derecho a la libertad, Ana llegó a la misma conclusión de siempre: a la conciencia de su humillación. «Tiene, claro está, perfecto derecho a marcharse adonde y cuando quiera. Y, no sólo a marcharse, sino, también, a dejarme sola. Él tiene todos los derechos y yo...

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