Ángel Guerra: 031

Ángel Guerra Primera parte - Capítulo IV - Leré de Benito Pérez Galdós VII «Pero, hija -le dijo Guerra otro día-, no engordes tanto, que gordura y penitencia rabian de verse juntas. Cada día parece que te redondeas más. Verdad que las carnes que echas ahora son como un acopio de fuerza y salud para los días en que toquen a mortificación y abstinencias». Sépase, entre paréntesis, que la santita de los ojos temblones usaba siempre corsé, por recomendación expresa de doña Sales, muy partidaria de una prenda que imprimía decencia y respetabilidad. «El corsé -decía-, es útil para el cuerpo y para el alma». Así debió de comprenderlo Leré, y en el hábito de comprimir y ajustar convenientemente su talle no hubo nunca asomo de coquetería. Al contrario, le enfadaba que su seno abultase tanto, y que cada día, a pesar de su sobriedad en el comer, tomase aquella parte del cuerpo desarrollo más insolente. Por unas y otras cosas, por lo moral y por lo que no...

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