Ángel Guerra: 035

Ángel Guerra Primera parte - Capítulo V - Ción de Benito Pérez Galdós III La pobrecita Ción se abrasaba sin que nadie lo pudiese remediar. Se descubría, suspiraba hondamente, pedía agua, revolviéndose en el lecho, ponía los ojos en blanco con expresión impropia de la infancia, mirada singular que técnicamente se llama cínica, y que, acompañada de una burlesca sonrisa de mujer, puso espanto en el corazón de los que la asistían. Avanzada la noche, repetíase este síntoma fisiognómico sin que el calor cediera, y el pulso se deprimía súbitamente a intervalos, para volver a agitarse con mayor furia. No cesaban de refrescarle el cuerpo y la cabeza con paños de agua fría, animándola al propio tiempo con palabras cariñosas, con ofrecimientos y mimos de que la pobre niña no hacía ningún caso ya. De repente gritaba pidiendo de comer; se le antojaba jamón en dulce, pasteles o arroz con leche. Pero no le dieron más que agua azucarada, ofreciendo traerle lo...

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