Apéndice 2. Las Memorias

ENTRE las memorias de Cristina de Suecia hemos encontrado un fragmento que consideramos oportuno insertar aquí y en este momento. Se trata de una especie de «testamento» para las generaciones venideras, para nosotros, lectores del siglo XX. Es un alegato, una defensa de la condición humana y al mismo tiempo una defensa de Cristina de Suecia hecha por la propia Cristina de Suecia: «¡Dichoso el mortal que no siente jamás los extravíos de la pasión!, y dichosa la mujer que nace con un alma impasible, indiferente. Solemos admirar los caracteres fuertes, pero deberíamos compadecerlos. Esta misma naturaleza ardiente que en lo bueno nos empuja hasta el exceso, con la misma violencia nos impulsa en sentido contrario. Aquellos progresos sorprendentes que en mi infancia coronaban con el éxito mis estudios podían hacer presagiar las tempestades de mi vida. Ese ardor por los libros, por la caza, por todo, en fin, se convirtió en un volcán cuando la naturaleza empezó a hablar en...

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