Barroco colonial

Arquitectura

En América Latina, a partir de los modelos españoles, y sobre todo en lo que respecta a la decoración de edificios, el barroco utilizó formas propias mediante la incorporación de elementos indígenas. Aunque presenta diversos aspectos según las regiones y las épocas, mantiene ciertas constantes: alargamiento de las fachadas y de las torres que las flanquean; frecuente uso de la cúpula sobre tambor o falsa cúpula, y profusa decoración con cerámica vidriada. Todo ello confirió al barroco colonial unas características muy diferentes de las del europeo, pese a las influencias italianas, flamencas y alemanas que los arquitectos de estos países importaron a América. En México, la fachada se convierte en el elemento estructural más importante del edificio. Profusamente decorada, se divide a menudo en tres pisos de órdenes diferentes, el último de los cuales se transforma en un curioso remate de moldura mixtilínea, decorado con estípites. Entre los arquitectos más importantes sobresale Lorenzo Rodríguez, el más destacado del barroco mexicano, que en la primera mitad del s. XVIII construyó la iglesia del Sagrario y las fachadas de la Trinidad y San Martín de Tepotzotlán. Otro representante de la escuela mexicana fue Guerrero y Torres, autor de la famosa capilla del Pocito (1778), en Guadalupe, para la que se inspiró en modelos romanos. También cabe mencionar la iglesia de San Francisco Javier (México), el santuario de Ocatlán (Tlaxcala) y numerosos edificios civiles, como la Casa de los Azulejos, el Palacio de los Virreyes y el Colegio de las Vizcaínas. En Puebla existió otra escuela importante, cuya característica fundamental fue el uso de la ornamentación a base de cerámica: Casa del Alfeñique e iglesia de San Francisco en Acatepec, donde el barroco alcanza sus más altas cotas. En América Central, la ciudad de Antigua (Guatemala) presenta diferencias estilísticas importantes, condicionadas por los frecuentes terremotos. Los edificios pierden la esbeltez y la altura características del barroco mexicano; se achatan y aumentan el grosor de sus muros. El principal arquitecto de Antigua fue Diego de Porres, a quien se atribuye el santuario de Esquipulas (1754). Son también importantes José M. Ramírez (edificio de la universidad) y Díez Navarro (Casa de Llerena). Entre otros edificios sobresalen la Casa de la Moneda, la de los Leones y la llamada de las Sirenas, la iglesia de la Merced y la de Santa Clara, y el Colegio Tridentino. En Nicaragua, León, con su catedral de grandes proporciones y sobria decoración, y Granada son los centros más importantes. En Panamá se distinguen la fachada de la catedral, la iglesia de Santa Ana y la iglesia de los Caballeros (Natá). En Cuba, el edificio de Correos y los Palacios de Gobierno; asimismo aparece la casa barroca de patio, entresuelo, y portadas profusamente decoradas, con gran influencia morisca. En América del Sur, Perú fue el centro artístico de mayor importancia. Como en Guatemala, las construcciones son de poca altura; a causa de frecuentes terremotos, se evita la construcción de cúpulas y bóvedas, sustituidas en gran parte por armaduras de madera y artesonado. La fachada, de elaborada decoración, adopta elementos como la columna salomónica recubierta de pámpanos, el óculo y los frontones partidos y curvos. Se pueden distinguir tres escuelas: Lima, donde se formularon las características generales de todo el país (fachada de San Francisco, de 1624, Casa de Torre Tagle e iglesia de la Merced), Cuzco (catedral, templo de San Sebastián) y Arequipa (iglesia de Yanahuara). El barroco de Venezuela y Colombia se caracteriza por su extremada sencillez; ejemplo de ello son las numerosas casas construidas en Caracas (Llaguno, Echenique, La Blanquerna). En Quito, la arquitectura experimenta la influencia europea; la obra más importante es la fachada de la Compañía de Jesús; los edificios civiles muestran, como característica fundamental, la llamada gran cornisa. En Bolivia sobresalen la portada de San Lorenzo y la Casa de la Moneda en La Paz, y la de San Francisco y la de los marqueses de Villaverde en Potosí. El barroco argentino halla su máxima expresión en la obra de los italianos Primoli y Bianchi (conocido como Blanqui), constructor de la catedral de Tucumán y la de Buenos Aires. El s. XVIII señala el punto culminante de la arquitectura barroca en Brasil. Los monumentos se caracterizan por su rica decoración (convento de San Francisco) y el empleo del azulejo. Los principales arquitectos son Manuel Ferreira, Antonio Landi (autor de la catedral), hacia finales de siglo el artista indígena Aleijadinho, que dio nombre a un estilo en el que, prescindiendo de los modelos importados de Portugal, ofreció nuevas soluciones que lo apartaron de la tradicional; construyó la iglesia de San Francisco de Asís.

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