Bendición de la tierra - Capítulo 16
¡Cómo habían cambiado las cosas en Sellanraa! ¡Nada recordaba aquellos primeros tiempos! Ahora eran varias las construcciones levantadas; había un taller de aserrar y un molino, y los terrenos, un día yermos, aparecían convertidos en bancales y campos sabiamente cultivados. Y otras transformaciones se realizarían pronto. Pero acaso lo más de admirar era la misma Inger, cambiada otra vez por completo, trabajadora y capaz. La crisis del último verano no había podido vencer de pronto su ligereza; tuvo, al principio, algunas recaídas, y empezó a no hablar tanto del establecimiento y de la catedral de Drontheim. ¡Cosas inocentes, desde luego! Se quitó el anillo y se alargó la falda, desenfadadamente como en otros tiempos. Más reflexiva, más reposada, no recibía tantas visitas, porque su reserva iba alejando a las muchachas y a las casadas aldeanas. No era propio de aquellos parajes solitarios el continuo reír y charlar; la alegría también tiene sus límites. Trae...
Está viendo el 3% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas