Bodas reales: XXVI

Capítulo  XXVI Pág. XXVI de {{{Reseña}}} Bodas reales Benito Pérez Galdós En estas malquerencias y confusiones estaba Doña Leandra aquella noche, cuando su marido, viéndola poco menos que dada a los demonios, apresurose a poner en su conocimiento un hecho de segura eficacia para sosegar su ánimo. «No quise hablarte de ello esta mañana -le dijo-, porque Lea me encargó que guardase el secreto hasta que supiéramos a ciencia cierta las intenciones del sujeto. Ya traigo lo que nos faltaba, porque he hablado con él esta tarde, y vengo seguro de que hay formalidad... Tenemos, sí, otro novio en puerta. Ya que has adivinado el caso, adivíname la persona... ¿Pero no caes, mujer?... No te devanes los sesos, y entérate de que el nuevo pretendiente de nuestra hija es Vicente Sancho, distinguido mancebo de la botica de Palacio, y por añadidura paisano nuestro y pariente». No pareció Doña Leandra disgustada de la noticia, y D. Bruno completó sus informes...

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