Caballería maleante: 5
Caballería maleante Capítulo V
de Joaquín Dicenta
Manolo no se enteraba del baile, ni del toque, ni del sabor que tenía el cigarrones de la Habana.
-Con decirte -exclamaba, refiriéndome la aventura- que es la primera vez, desde mi nacimiento, en que se me ha atragantado el vino, está dicho todo.
Más se le atragantó después; porque, tras el baile, las caricias que Melgares prodigara a María de la O y las muchas copas que, quieras o no quieras, hizo trasegar a Manolo, le dijo:
-La verdá que el dinero es goloso; y como que ostés lo traen, pues, cuando tuvimos yo y mi compare la notisia de que iban ostés a enramarse por estos vericuetos, el Bizco me propuso que saliéramos al camino y recogiéramos, de una vez, y pa nosotros solos, la limosna que ha de repartirse entre tantos. Trabajo me costó quitárselo de la caeza. Es mu bruto y, casi tanto como la sangre, le apetece el dinero. Después de tó y bien mirao... A la fin, que me opuse y él se conformó; pero algunas...
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