Cañas y Barro: 119
none Pág. 119 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez -Tira..., tira! -decía ofreciendo al amante los cordones de su corsé con un gesto fiero, apretando los labios para contener los suspiros de dolor. Y Tonet tiraba, sintiendo en la frente un sudor frío, estremeciéndose de la voluntad que demostraba aquella mujercita, rugiendo sordamente y tragándose las lágrimas de su angustia. Se pintaba el rostro y echaba mano de toda la perfumería barata para mostrarse en la taberna fresca, tranquila y hermosa como siempre, sin que nadie pudiese leerle en el rostro los síntomas de su estado. La Samaruca, que husmeaba como un perdiguero en torno de la casa, presentía algo anormal al lanzar sus rápidas miradas pasando por la puerta. Las demás mujeres, con la experiencia de su sexo, adivinaban lo que ocurría a la tabernera. Un ambiente de sospecha y de vigilancia parecía formarse en torno de Neleta. Se murmuraba mucho en las puertas de las barracas. La Samaruca y los...
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