Cañas y Barro: 138

21/10/2009 1.006 Palabras

none Pág. 138 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Después de avisar al cazador por dónde venían las aves, sentíase fatigado de tanto trabajo y daba un fuerte tentón a la bota de vino, reanudando el mudo diálogo con el puchero. Llevaba el amo derribadas unas tres fochas, cuando Sangonera dejó a un lado el perol casi vacío. En el fondo, adheridas a las paredes de barro, quedaban unas cuantas hilachas. El vagabundo sintió el llamamiento de su conciencia. ¿Qué iba a quedar para el amo si se lo comía todo? Debía contentarse con una mojadita nada más. Y guardando el puchero bajo la proa cuidadosamente tapado, su curiosidad le impulsó a abrir el segundo. -¡Redéu, qué sorpresa! Lomo de cerdo, longanizas, embutido del mejor; todo frío, pero con un tufillo de grasa que conmovió al vagabundo. ¡Cuánto tiempo que su estómago, habituado a la carne blanca e insípida de las anguilas, no había sentido el peso de las cosas buenas que se fabrican tierra...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información