Cañas y Barro: 156

21/10/2009 1.135 Palabras

none Pág. 156 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez El viejo, después de soltar su secreto, se sentía aliviado. A su tristeza sucedía la indignación. ¡Miserables! Aquella Neleta resultaba una perra ardorosa que había perdido al muchacho, empujándolo al crimen por conservar su dinero; pero Tonet era cobarde dos veces, y más que por su delito, renegaba de él viendo que se mataba, loco de miedo, ante las consecuencias. El «señor» se disparaba dos tiros antes que dar la cara; encontraba más cómodo desaparecer que pagar su falta, sufriendo el castigo. Siempre huyendo de la obligación, buscando las sendas fáciles por miedo a la lucha. ¡Qué tiempos, Cristo! ¿Qué juventud era aquella...? Su hijo apenas le escuchaba. Seguía inmóvil, anonadado por la desgracia, y doblaba la cabeza, como si las palabras de su padre fuesen un golpe que le abatía para siempre. La Borda volvió a gemir. -Silenci! He dit silenci! -dijo con voz fosca el tío Toni. A su...

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