Cartas desde mi celda: 3

Cartas desde mi celda Carta III de Gustavo Adolfo Bécquer Queridos amigos: Hace dos o tres días, andando a la casualidad por entre estos montes, y habiéndome alejado más de lo que acostumbro en mis paseos matinales, acerté a descubrir, casi oculto entre las quiebras del terreno y fuera de todo camino, un pueblecillo cuya situación, por extremo pintoresca, me agradó tanto, que no pude por menos de aproximarme a él para examinarle a mis anchas. Ni aun pregunté su nombre, y si mañana o el otro quisiera buscarle por su situación en el mapa, creo que no lo encontraría: tan pequeño es y tan olvidado parece entre las ásperas sinuosidades del Moncayo. Figúrense ustedes en el declive de una montaña inmensa, y sobre una roca que parece servirle de pedestal, un castillo del que solo quedan en pie la torre del homenaje, algunos lienzos de muro carcomidos y musgosos. Agrupadas alrededor de este esqueleto de fortaleza, cual si quisiesen todavía dormir seguras a su sombra...

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