Corea, la gran batalla de la Guerra Fría

Una pequeña nación entre dos fuerzas: China y Japón

Corea, como otros tantos pueblos desconocidos para la historia de Occidente, no accedió a la categoría de objeto de consumo informativo hasta que prestó su escenario a uno de los grandes conflictos armados posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En su pasado ignorado, el territorio coreano, por su mismo condicionamiento geoestratégico —una península en el extremo oriental del continente asiático, entre China y Japón—, fue ambicionado siempre como plataforma operativa por los grandes poderes de cada momento. A comienzos del siglo XV, uno de los más ilustres emperadores chinos de la dinastía Ming, Yung Lo (1403-1424), impuso su poder en Corea, incorporándola a la autoridad de Pekín; anteriormente, los propios soberanos coreanos habían venido reconociendo la prepotencia del Imperio del Centro mediante el pago de tributos anuales; sin embargo, el país siguió conservando a través de los tiempos sus propias estructuras estatales.

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