Cuervo (Clarín): 07
Capítulo VII 07 Pág. 07 de 11 Cuervo (Clarín) Leopoldo Alas No visitaba a los enfermos mientras ofrecían esperanzas de vida. No era su vocación. Él entraba en la casa cuando el portal olía a cera y en las escaleras había dos filas de gotas amarillentas, lágrimas de los cirios. Entraba cuando salía el Señor. Llegaba siempre como sofocado. «¡No sabía nada, no sabía que la cosa apuraba tanto!...» Hablaba más alto que los demás; pisaba con menos precaución y respeto; no temía hacer ruido; traía de la calle un aire de frescura y de esperanza. Ante los extraños, merced a signos discretísimos, casi imperceptibles, pero muy significativos, daba a entender que se hacía el tonto para animar a la familia. A ésta le hablaba de la vida, de la salud del moribundo, como cosa que volvería probablemente. «Los médicos se equivocan muy a menudo.» Y en tanto, iba y venía y tomaba sus determinaciones, preparándolo todo, metiéndose en todo, con la...
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