De la Divina Providencia - Capítulo III
A medida en que avance la discusión, te demostraré que las cosas que parecen ser males no lo son en realidad. Por ahora sólo diré que aquellas cosas que llamas rigores, adversidades y maldiciones, son, en primer lugar, para el bien de las propias personas a quienes les ocurren; en segundo lugar, que son para el bien de toda la familia humana por la cual los dioses se preocupan más que por los individuos aislados. Reitero: las buenas personas aceptan de buen grado que sucedan estas cosas; y si no las aceptan, merecen su infortunio. Añadiré, además, que estas cosas suceden así por el destino y es justo que le acontezcan a los buenos por la misma ley que los hace buenos. Por último, te exhortaré a no sentir jamás lástima por un buen hombre. Pueden llamarlo desdichado, pero no puede serlo. De todas las proposiciones que he adelantado, la más difícil parece ser la primera: que aquellas cosas ante las cuales todos sentimos escalofríos y temor, son para el bien de las...
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