Doña Luz: 19
Capítulo XVIII 19 Pág. 19 de 22 Doña Luz Juan Valera Glorioso tránsito Con la ausencia de D. Jaime, que no debía prolongarse más de un mes, quedó doña Luz algo melancólica, si bien de dulce melancolía; pero con el espíritu más libre y sereno para volver a sus antiguos amigos, en los ratos en que a solas no se recreaba con el recuerdo del dueño ausente. Doña Luz había vivido como en éxtasis, y ahora volvía en sí, y no sólo pensaba en su amor y saboreaba toda su ventura, retrotrayéndola reposadamente a la imaginación, sino que sentía, según suelen sentir las personas todas que se juzgan felices, la necesidad de expansión y el prurito de estar amable, como si quisiera hacerse perdonar el bien que poseía; bien, que, por ser tan poco y tan raro en la tierra, siempre parece que a costa de alguien se disfruta. Ello es que la tertulia de casa de D. Acisclo volvió a renacer, trasladándose a casa de doña Luz. Los íntimos asistían a ella...
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