El conde de Montecristo: 3-10
El conde de MontecristoTercera parte: Extrañas coincidenciasCapítulo 10
de Alejandro Dumas
Capítulo diezRoberto el diablo
El pretexto de ir a la ópera fue tanto más oportuno cuanto que aquella noche había gran función en la Academia Real de Música. Levasseur, después de una larga indisposición, se presentó en el papel de Beltrán, y como de costumbre la obra del maestro a la moda atrajo al teatro la sociedad más brillante de París. Morcef, como la mayor parte de los jóvenes ricos, tenía su palco de orquesta; además el de diez personas conocidas, sin contar con aquel a que tenía derecho, es decir, al de los calaveras de buen tono.
Chateau-Renaud ocupaba el palco próximo al suyo.
Beauchamp, como periodista, era rey del salón, y tenía sitio en todas partes.
Aquella noche Luciano Debray tenía a su disposición el palco del ministro, y lo había ofrecido al conde de Morcef, el cual, no habiendo querido ir Mercedes, lo había enviado a Danglars, mandándole decir...
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