El conde de Montecristo: 4-05

El conde de MontecristoCuarta parte: El mayor CavalcantiCapítulo 5 de Alejandro Dumas Capítulo quintoEl gabinete del procurador del Rey Dejemos al banquero que se dirija apresuradamente a su casa, y sigamos a la señora Danglars en su paseo matutino. Ya hemos dicho que a las doce y media la señora Danglars pidió sus caballos y salió en su carruaje. Dirigióse al barrio de Saint-Germain, tomó por la calle Mazarino e hizo parar junto al Puente Nuevo. Bajó y atravesó el puente: Iba vestida con suma sencillez, como conviene a una mujer de gusto que sale por la mañana. En la calle de Guenegand subió a un coche de alquiler, diciendo al cochero que parase en la calle de Harlay. No bien estuvo dentro, sacó de su bolsillo un velo muy espeso que colocó sobre su sombrero de paja; se lo puso después, y vio con placer, al mirarse en un espejito de bolsillo, que no se distinguían en absoluto sus facciones. El coche entró por la plaza Dampline en el patio de Harlay; fue pagado el...

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