El escarabajo de oro: 11

 11 Pág. 11 de 31 El escarabajo de oro Edgar Allan Poe —Se equivoca—interrumpió él—; estoy tan bien como puedo esperar estarlo con la excitación que sufro. Si realmente me quiere usted bien, aliviará esta excitación. —¿Y qué debo hacer para eso? —Es muy fácil. Júpiter y yo partimos a una expedición por las colinas, en el continente, y necesitamos para ella la ayuda de una persona en quien podamos confiar. Es usted esa persona única. Ya sea un éxito o un fracaso, la excitación que nota usted en mí se apaciguará igualmente con esa expedición. —Deseo vivamente servirle a usted en lo que sea —repliqué—; pero ¿pretende usted decir que ese insecto infernal tiene alguna relación con su expedición a las colinas? —La tiene. —Entonces, Legrand, no puedo tomar parte en tan absurda empresa. —Lo siento, lo siento mucho, pues tendremos que intentar hacerlo nosotros solos. —¡Intentarlo ustedes solos! (¡Este hombre está...

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