El Grande Oriente : 28
El Grande Oriente : 28
de Benito Pérez Galdós
-Vamos, Sr. Gil -dijo-. Vamos al punto.
Nadie contestó. El joven aguardó un instante. Traía una luz.
-¡Ah! -exclamó viendo que Regato continuaba en su sitio-. Pasará usted aquí la noche, hasta que haya un alma compasiva que le saque. Han asesinado a Vinuesa. Dicen que habrá esta noche nueva visita a los calabozos.
Regato no contestó nada. Monsalud se dirigió a Gil de la Cuadra.
-Vamos -le dijo-. ¿Por qué se arroja usted al suelo en el momento de salir?
Extendió el brazo para alzarle; pero el anciano, rechazándolo con fuerza. Él solo se levantó.
-Vamos fuera -repitió Monsalud-. Llegó el momento... ¡libertad!...
-De ti, de tu mano -exclamó Gil de la Cuadra con profunda ira-, no la quiero.
Salvador, estupefacto y espantado, no supo qué decir.
-Vamos -exclamó al fin.
-No quiero.
-Salgamos.
-¡Contigo...
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