El Terror de 1824 : 17

El Terror de 1824 : 17 de Benito Pérez Galdós Aquel mismo día ¡por vida de la Chilindraina! ¡cuán amargas horas pasó el pobre don Patricio! Habrían bastado a encanecer su cabeza si ya no estuviera blanca, y a encorvar su cuerpo, si ya no lo estuviera también. Sus suspiros eran capaces de conmover las paredes de la casa: sus lágrimas corrían amargas y sin tregua por las apergaminadas mejillas. No podía permanecer en reposo un solo instante, ni distraerse con nada, ni comer, ni aposentar en su cerebro pensamiento alguno, como no fuera el fúnebre pensamiento de su desamparo y de la gran pena que le desgarraba el corazón. Este lastimoso estado provenía de que Solita había salido temprano, diciéndole: -No sé cuándo volveré. Quizás vuelva pronto, quizás mañana, quizás nunca... Escribiré al abuelo diciéndole lo que debe hacer. Adiós... Y dirigiéndole...

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