El Terror de 1824 : 20

El Terror de 1824 : 20 de Benito Pérez Galdós Chaperón entró en su despacho con las manos a la espalda, los ojos fijos en el suelo, el ceño fruncido, el labio inferior montado sobre su compañero, la tez pálida y muy apretadas las mandíbulas, cuyos tendones se movían bajo la piel como las teclas de un piano. Detrás de él entraron el coronel Garrote (de ejército) y el capitán de voluntarios realistas Francisco Romo, ambos de uniforme. En el despacho aguardaba holgazanamente recostado en un sofá de paja el diestro cortesano de 1815, Bragas de Pipaón. A tiro de fusil se conocía que el insigne cuadrillero del absolutismo estaba sofocadísimo por causa de reciente disgusto o altercado. ¡Ay de los desgraciados presos! ¡Si los diablillos menores temblaban al ver a su Lucifer, cómo temblarían los reos si le vieran! Garrote y Romo no se sentaron. También hallábanse agitados. -No...

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