Estado civil - Primera parte. Capítulo VI
LECTURAS Y COMBATES Antes de saber leer estaba en la antigua situación de la gente que miraba las imágenes y escuchaba las narraciones. No conocía el diálogo estrecho y perentorio entre el que escribe y el que lee. Pero hasta tan lejos como llega mi memoria, había conquistado una vida exaltada por encima de la esclavitud de los días. Esa vida se había adueñado de todo mi interés en detrimento de la que llevaba mejor o peor en el siglo. El estado de sueño más completo, más beatífico, fue aquel en que me hundió durante años, la lectura. Mi placer se creaba a sí mismo, me penetraba sin que yo tuviera necesidad de esforzarme, me llenaba. Encontraba goces análogos, ya en las largas conversaciones donde interroga sin parar, pues repetía incansablemente las repuestas, ya en los largos juegos solitarios donde imitaba mis sueños. La lectura devoró poco a poco mi vida. En adelante podría jalonar mi historia con libros. Los tomaba, los abandonaba y volvía a tomarlos. No...
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