Estado civil - Segunda parte. Capítulo I
ENCUENTRO CON LA ÉPOCA En un anfiteatro desnudo, limpio y feo como una antecocina, a veces me sentaba delante de los profesores. Ellos describían la vida por medio de signos. No se arriesgaban a equivocarse porque la vida esclavizada seguía sus anotaciones y sólo muy de vez en cuando las traicionaba. No esperaba nada de los que estaban de mi lado. Una reunión de gente joven ¿no es un innoble espectáculo cuando no se salva de la inevitable mediocridad por la fuerza de los músculos? En Francia todavía ignoramos que la tontería puede adoptar una apariencia soportable, quizás amable: la de la santidad. Ahí están, entregados a las maquinaciones de los viejos que exterminan su infancia. Es la época en que la savia del parque urbano sube por sus venas; en que se atosigan con la certeza de sus mayores. Reniegan con aire decidido de los juramentos hechos a los doce años. Nada que temer. Se impregnan de esta primera traición. Los escolares se convertirán en comerciantes, en...
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