Éxodos y migraciones en el siglo XX

En busca de nuevos horizontes

Entre 1900 y 1915, a razón de una media anual de algo más de un millón de personas, dieciséis millones de europeos marcharon de sus países de origen en busca de nuevos horizontes donde encontrar, unos, la dignidad que proporciona el salir de la miseria hallando un trabajo justamente remunerado, y otros, el clima de libertad que en sus países se les negaba. La carencia de barreras migratorias, la necesidad de mano de obra y el desarrollo de las comunicaciones marítimas iba a facilitar una corriente migratoria sin precedentes en la historia. Italia, con cinco millones de emigrantes era el país que ocupaba el primer lugar. A Italia seguían Gran Bretaña, Rusia y Austria-Hungría, y si en el caso de la península italiana la razón fundamental que impelía a sus hombres a embarcar para Nueva York o para Buenos Aires era la pobreza del suelo y la alta demografía, en el caso de los otros países las causas eran políticas, religiosas y étnicas; irlandeses que huían tanto de la pobreza como del dominio inglés; judíos de Polonia, de Lituania o de Ukrania, atemorizados por los pogroms; húngaros y checos, deseosos de liberarse de la hegemonía austriaca del Imperio de los Habsburgo, buscaron en el nuevo continente las posibilidades de libertad que en su tierra se les negaban. Gran Bretaña, por otra parte, era punto de origen de otro gran movimiento humano hacia sus propios dominios, Canadá, Australia, Africa del Sur o Nueva Zelanda, territorios vírgenes, aptos para la colonización.

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