Hiroshima. El nombre de la tragedia en la carrera atómica

Físicos a la búsqueda de un isótopo del uranio

Desde que en 1919 el físico británico Ernest Rutherford logró desintegrar un átomo empleando para ello las partículas de radio para bombardear átomos de nitrógeno, un horizonte nuevo y lleno de incógnitas se abría ante los investigadores de la Física atómica. Ese horizonte era el de la energía producida por la desintegración del átomo. En 1938, el químico alemán Otto Hahn, llevó a cabo un experimento que tendría carácter decisivo: el bombardeo del uranio mediante neutrones. El uranio, metal pesado, se desintegraba dando lugar a dos sustancias distintas: el bario y el cripton. Posteriormente, el físico italiano Enrico Fermi confirmaría las inmensas posibilidades energéticas que producía la «fisión» del núcleo de uranio, la cual podía, gracias a los neutrones liberados, desintegrar otros núcleos de uranio, y así sucesivamente. En experimento de laboratorio se había conseguido la «reacción en cadena», prevista teóricamente por Joliot y Szilard. La liberación de energía que tal reacción podía desprender, encerraba unas posibilidades explosivas inmensamente superiores a todo lo conocido hasta entonces.

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