Introducción a Pío Baroja
CUANDO un aciago día del mes de julio de 1936, en un lugar de la Navarra católica, tradicionalista y fronteriza cuyo nombre no hace al caso, alguien de entre un grupo de gentes armadas y en son de guerra le reconoció y le definió con la, allí y entonces, peligrosísima adjetivación de escritor antirreligioso y antitradicionalista, Pío Baroja debió pensar que, de repente, el reloj del tiempo se había parado o había retrocedido un centenar de años, a 1836, en plena guerra civil, la primera guerra carlista.
Pero no había lugar para ningún tipo de ilusiones. No estaba en el siglo XIX, ni por allí andaban Zalacaín o Aviraneta, ni aquella guerra civil que estaba dándole los primeros zarpazos era otra guerra carlista, aunque, en ciertos aspectos, allí y entonces, pudiera parecerlo. Y si aquel día la Navarra católica y tradicionalista se volvía contra él, la Navarra fronteriza le permitió ponerse a buen recaudo al otro lado de Los Pirineos.
Y cuando ya en París, aquel...
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