IX. De Montgomery a Washington: el lustro triunfal

1958: La cárcel por desacato

Mil novecientos cincuenta y ocho es un año de intensa, febril actividad: más de 200 discursos a todo lo largo y lo ancho de la nación; miles y miles de personas como permanente auditorio. Viajes constantes de un sitio para otro; Montgomery es apenas la casa a la que se vuelve y la comunidad que se enaltece con su solicitado líder. El gran escenario, todavía, es naturalmente el Sur. Y en el propio Montgomery volverá a ser condenado por un tribunal, merced a un despiste policíaco que, fiado en el solo color de su piel, sin conciencia de su nombre (famoso ya y más aún desde la cercana entrevista concedida por el presidente Eisenhower), le pegó brutalmente a la salida de un juicio de su íntimo amigo Abernathy.

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