Jarrapellejos: 07
Capítulo VI 07 Pág. 07 de 18 Jarrapellejos Felipe Trigo Otra boda de rumbo aristocrático, cuyos grandes preparativos traían preocupadas y absortas a las gentes, era la del conde. La casa de doña Antonia veíase convertida en centro de reunión de las muchachas. Ernesta no salía, atareada dirigiendo las costureras, bordadoras y encajeras, que llenábanla de ropa blanca los armarios. Aparte la recibida del Louvre, de París, y de los trajes encargados a Paquin, tres de regio fausto, y once al madrileño Córdoba, modelos de La femme chic servíanla para ir confeccionando verdaderos prodigios de sábanas, cuadrantes, stores, misteriosas, manteles, servilletas, servilletitas para dulce, para té, para champaña... «¡Qué barbaridad! ¡Y que no olvida la corona! -comentaban las amigas-. ¿A santo de qué necesita tanto la criatura?» Surtida el conde de estas cosas de servicio general por los ajuares de sus tres esposas difuntas, sólo explicaríase la esplendidez...
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