La altísima: 07
Capítulo VII 07 Pág. 07 de 21 La altísima- Primera parte Felipe Trigo Stern trotaba por la cuesta abajo cerca del hotelillo, y Víctor traía avidez por la gratitud de la dichosa -esa otra donación tan dulce que sigue á toda enorme donación. Jamás podría olvidar las horas de la tarde antes en que una bella mujer sin voluntad se le había entregado, dominada por la suya, con la majestad de una diosa, con el fervor de una virgen, con la pasión augusta, hierática, terrible, de una amadora de fuego. Se limitó ella á escucharle, grave y trágica, al asombro de los carnales lirismos del eterno fantasista y al espanto de sus sollozos y congojas de placer. Tan enteramente no se le había entregado mujer alguna. Saltó del tílburi. Adria le esperaba en la salita. Al verle, se le acercó con temor, exclamando ahogada: -¡¡Está mi tía!! -¿No ha salido aún? -¡No sale! Fué á besarla y Adria huyó, quedando no lejos suspensa. Volvió Víctor y vio tras él,...
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