La Divina Comedia: El Purgatorio: Canto XXXII

La Divina Comedia El Purgatorio: Canto XXXII de Dante Alighieri Iban mis ojos tan fijos y atentos a saciarse de las decenas sedes, que mis otros sentidos quedaron yertos; un muro a cada lado tenían para no atender a nada - ¡así la santa sonrisa a ella los atraía con la antigua red! -; luego voces de diosas forzaron mi rostro a volverse a la izquierda porque de ellas oí un ¡Demasiado fijo!; y la disposición de ver que tienen los ojos cuando el Sol acaba de herirlos, de la vista un tiempo me dejó privado. Mas luego que a poco la vista reformóse ( y digo “a poco” por respeto al gran fulgor del que por fuerza fui apartado), vi que a la derecha había virado el glorioso ejército, enfrentando al Sol con su rostro y a las siete llamas. Como para salvarse bajo el escudo cobíjase la falange, y con la enseña vuelve, sin terminar la maniobra entera; aquella milicia del celeste reino que precedía, pasó adelante antes que el carro doblara su timón. Luego...

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