La importancia de llamarse Ernesto: Acto II

La importancia de llamarse ErnestoSegundo acto de Oscar Wilde Decoración: Jardín en la residencia solariega, en Woolton. Una escalinata de piedra gris conduce a la casa. El jardín, un jardín a la antigua, está lleno de rosas. Época, el mes de julio. Unos sillones de mimbre y una mesa cubierta de libros están colocados bajo un corpulento tejo. MISS PRISM aparece sentada ante la mesa. Al fondo, CECILIA regando las flores. MISS PRISM.- (Llamando.) ¡Cecilia! ¡Cecilia! Indudablemente una ocupación tan utilitaria como la de regar flores es más bien obligación de Moulton que suya. Sobre todo en los momentos en que están esperándola los placeres intelectuales. Su gramática alemana está sobre la mesa. Tenga usted la bondad de abrirla por la página 15. Repetiremos la lección de ayer. CECILIA.- (Acercándose muy despacio.) ¡Pero si a mí no me gusta el alemán! Es una lengua que no sienta absolutamente nada bien. Sé perfectamente que parezco feísima después de mi...

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