La Montálvez: II-05

25/03/2011 5.144 Palabras

La Montálvez-Parte II: Capítulo V de José María de Pereda Y como don Santiago no podía levantarse de su asiento sin gran trabajo, no hubo allí quien presentara una silla a la marquesa, la cual se sentó, muy campechana (porque afortunadamente era mujer de gran correa para esos lances), en la que, entre excusas y hasta cabriolas, le ofreció el aturdido reumático desde su potro de tortura. -¡Oh, señora marquesa! -decía don Santiago, tambaleándose entre el escritorio y el sillón-: si yo hubiera sabido..., si pudiera presumir que esta casa había de ser honrada por usted y no por otra persona de su confianza, yo me habría prevenido, habría esperado, y en la sala, como es de... -Gracias, gracias, señor de Núñez -respondía atajándole la gran dama, entre sonrisas picarescas-; no tiene usted por qué lamentarse: lo conozco todo; me pongo en todos los casos. -La rodilla, señora, esta pícara rodilla que no me permite levantarme de pronto, ni andar sin muchísimas...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info