La tía Tula:IV
La tía Tula
de Miguel de Unamuno
En el parto de Rosa, que fue durísimo, nadie estuvo más serena y valerosa que Gertrudis. Creeríase que era una veterana en asistir a trances tales. Llegó a haber peligro de muerte para la madre o la cría que hubiera de salir, y el médico llegó a hablar de sacársela viva o muerta.
–¿Muerta? –exclamó Gertrudis–; ¡eso sí que no!
–¿Pero no ve usted –exclamó el médico– que aunque se muera el crío queda la madre para hacer otros, mientras que si se muere ella no es lo mismo?
Pasó rápidamente por el magín de Gertrudis replicarle que quedaban otras madres, pero se contuvo a insistió:.
–Muerta, ¡no!, ¡nunca! Y hay, además, que salvar un alma.
La pobre parturienta ni se enteraba de cosa alguna. Hasta que, rendida al combate, dio a luz un niño.
Recogiólo Gertrudis con avidez, y como si nunca hubiera hecho otra cosa, lo lavó y envolvió en sus pañales.
–Es usted comadrona de nacimiento –le dijo el médico.
Tomó la...
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