Los Apostólicos : 12

Los Apostólicos : 12 de Benito Pérez Galdós -¡Barástolis!, que estamos enterados -dijo Cordero comiéndose las últimas almendras del postre. Pero el famoso Alelí no paró mientes en estas palabras, y empezó a rezar en acción de gracias por la comida. Poco después se habían levantado los manteles, y los muchachos, bien fregoteadas las manos y la boca, tornaron a la escuela. D. Benigno, que acostumbraba dormir muy breve siesta, la suprimió aquel día y bajó sin demora a la tienda porque la comida había sido aquel día más larga que de ordinario. Doña Crucita que no podía pasarse sin su regalado sueño de dos o tres horas, se fue a su cuarto, llevando en un plato las golosinas con que solía obsequiar en tal hora a sus queridas alimañas, y tras ella se fue Juan Jacobo, con el sombrerón del padre Alelí encajado en la cabeza hasta tocar los hombros, y en la mano un...

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