Los Apostólicos : 14

Los Apostólicos : 14 de Benito Pérez Galdós En la tienda, D. Benigno preguntó con mucho interés a su amigo por el resultado de la conferencia que con Sola había tenido. -Muy bien -dijo Alelí-. Admirablemente bien. Después se quedó perplejo, con los ojos fijos en el suelo y el dedo sobre el labio, como revolviendo en el caótico montón de sus recuerdos; y al cabo de tantas meditaciones, habló así: -Pues, hijo, ahora caigo en que no llegué a decirle lo más importante, porque me acometió un sueño tal que no hubiera podido vencer aunque me echaran encima un jarro de agua fría... Ya la tenía preparada; ya, si no me engaño, había ella comprendido el objeto de mi discurso, y manifestaba un gran contento por la felicidad que Dios le depara, cuando... Yo no sé sino que me desperté en la oscuridad de tu comedor que parece la boca de un lobo... Y qué quieres, hijo... lo demás...

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