Los Apostólicos : 17

Los Apostólicos : 17 de Benito Pérez Galdós Hacia el promedio de la calle del Duque de Alba vivía el Sr. D. Felicísimo Carnicero, del cual es bien que se hable en esta ocasión, no sólo porque se prestó a dar asilo a la afligida amiga, sino porque dicho señor merece un párrafo entero y hasta un capítulo. Era de edad muy avanzada, pero inapreciable, porque sus facciones habían tomado desde muy atrás un acartonamiento o petrificación que le ponía, sin que él lo sospechara, en los dominios de la paleontología. Su cara, donde la piel parecía haber tomado cierta consistencia y solidez calcárea, y donde las arrugas semejaban los hoyos y los cuarteados durísimos de un guijarro, era de esas caras que no admiten la suposición de haber sido menos viejas en otra época. Fuera de esta apariencia de hombre fósil, lo que más sorprendía en la cara de don Felicísimo era lo...

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