Los Ayacuchos : 32

Los Ayacuchos Capítulo XXXII de Benito Pérez Galdós La entrada en Lérida puso fin por el momento a esta conversación; mas no creyendo D. Fernando bien apurado el tema, mientras cenaban volvió a la carga de esta forma: «Esa vergüenza que de ir a La Guardia sientes ahora, se te irá disipando en el curso de este largo viaje... Y como no me parece natural ni decente que a la que fue tu señora, y ya lo es de Dios y hermana de los ángeles, te presentes en una facha impropia de tu nuevo estado, conviene que pongas fin al crecimiento del bigote. Ni tú lo necesitas ya para presumir de caballero militar, ni yo para verte cara de varón y figurarme que podemos batirnos. Ya no hay duelo... Mañana vendrá el maestro rapista para que te afeite toda la cara, dejándote como un canónigo». Nada respondió el cautivo, contentándose con echar a su amigo miradas fulminantes. A la mañana siguiente subió el barbero a la estancia donde Santiago dormía, y a poco le vieron bajar...

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