Luchana : 35

Luchana : 35 de Benito Pérez Galdós Prudencia les mandó llamar, añadiendo al mensaje que Ildefonso se había tranquilizado, recobrando el uso de la palabra. Acudieron los tres allá, y nada dijeron aquella noche del caso de la niña; mas al siguiente día, apenas efectuada la mudanza, y reunido todo el cotarro en casa propia, estimó Sabino de gran oportunidad someter al eximio criterio de su hermana el nuevo problema que los chicos planteado habían sin encomendarse a Dios ni al diablo. No tuvo tiempo la señora de Negretti de expresar su estupor y disgusto, porque fue preciso acudir a la niña bonita, que cayó primero con un síncope, después con un acceso nervioso y convulsivo, seguido de aplanamiento, delirio y congojas. No decía más que: «No quiero... Luchu muerto no... Esperar, esperar...». Atendiéndola cariñosa, Prudencia sentía la chafadura de su amor propio, y no se...

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