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08/07/2010 405 Palabras

<pagequality level="3" user="LadyBots" /> — 12 — Levántase uno de estos agoreros por la mañana, sale de su casa, encuéntrase con un fraile de la orden del bienaventurado San Francisco, y como si hubiera encontrado con un grifo vuelve las espaldas y vuélvese á su casa. Derrámasele al otro Mendoza la sal encima de la mesa, y derrámasele á él la melancolia por el corazon, como si estuviese obligada la naturaleza á dar señales de las venideras desgracias con cosas tan de poco momento como las referidas. El discreto y cristiano no ha de andar en puntillos con lo que quiere hacer el cielo. Llega Scipion á Africa, tropieza en saltando en tierra, tiénenlo por mal agüero sus soldados; pero él abrazándose con el suelo, dijo: no te me podrás huir, Africa, porque te tengo asida y entre mis brazos. [1] ↑ Tambien es un achaque de la humana miseria la vana creencia en casuales acontecimientos, como los que tan justamente censura aqui Cervantes; pero por una...

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