Prólogo. La cuenta del tiempo

CAMILO JOSE CELA Por CAMILO JOSE CELA. Encuentro no poco artificial el arbitrio de probar a dividir el tiempo en módulos de duración prevista e inalterable, aduana que la historia se salta con una desconsideración y un desprecio infinito. Siglo es noción más administrativa que eficaz, más procesalista que natural, y resulta no poco forzado el admitir que al devenir del hombre sobre la Tierra —y aun más allá de la Tierra y sus minúsculas rencillas — se le pueda querer buscar un sentido encorsetándolo en rígidos períodos que, con el isocronismo y el rigor del péndulo, todos empiezan su caminar en el primer año de cada centuria. Se cuenta por siglos, es bien cierto, pero pienso que tan sólo por comodidad y sin excesiva fe en el propósito; quizá fuera útil, no obstante, seguir por la vereda trazada y no buscarle los tres pies al gato, que es lo que estoy haciendo ahora. Poco me parece razonable, sino excesiva, la duración de estos lapsos con los que se quiere...

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