Sancho Saldaña: 17
Capítulo XVII 17 Pág. 17 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda Cien mil siglos le parecía cada hora de las que faltaban hasta la dichosa que esperaba. PÉREZ DE HITA, Guerras de Granada Luego que Usdróbal y el paje salieron de la habitación de Zoraida, llegaron sin hablar palabra hasta la torre de Oriente, que estaba a un extremo del gótico corredor, donde había una escalerilla de piedra cortada por fuera en el mismo muro que conducía a las obras exteriores de la fortaleza. -Aguárdame aquí -dijo el paje- mientras subo a mi cuarto a tomar mis armas, que no creo que nos hayamos de batir con armas tan desiguales como son un puñal y una espada. -Cierto que no -repuso Usdróbal-, pero no creo excusado que yo os acompañe, y si es preciso os ayude a vestir la armadura; porque, sea dicho con franqueza, Jimeno, no me fío mucho de vos. -Más que yo de ti -replicó el paje- te puedes fiar de mí, puesto que prostituyo y empaño el lustre de mi...
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