Sancho Saldaña: 23

Capítulo XXIII 23 Pág. 23 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda CAPITÁN Este bastón, por quien todos unánimes te obedecen, es la respuesta que traigo; ya nuestro caudillo eres. DUQUE Gustoso, amigos, lo admito, y tanto me desvanece el mandar soldados tales, que a las vuestras y a mi frente el verde desdón de Dafne aun no fecunda laureles. Todavía no empezaba a amanecer cuando el sonido de una trompeta anunció la llegada al castillo de las tropas que se aguardaban, y, el centinela habiendo dado el aviso, bajaron algunos hombres de armas a reconocerlas. Comunicada la seña con que se entendían los conspiradores, se echó el puente levadizo al momento, y de allí a poco resonó el patio del castillo con las armas y estrépito de hombres y de caballos que traía, en número de doscientos y otros tantos de a pie, el joven señor de Toro, que, descontento del rey, había abrazado el partido de los de la Cerda. Otros varios señores fueron llegando...

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